Me formé como historiadora del arte, no como curadora. No existía en Argentina la posibilidad de elegir la curaduría como profesión cuando hice mi elección universitaria a fines de los años ochenta. Hoy en día existen carreras de grado y posgrado para formarse como curador/a, y sin embargo, sigo sosteniendo que un curador/a se forma en la práctica, no en un aula. Además no existe la "curaduría" así en singular, existen varias prácticas curatoriales que pueden o no ser ejercidas por las mismas personas: la independiente, la de investigación, la institucional, la de autor, la editorial y varios etcéteras más... La práctica curatorial implica muchos saberes y sin duda una sólida formación en historia del arte resulta un aporte importante (casi fundamental). Y sin embargo pongo el "casi", porque no puedo sostener que ser profesional (si entendemos por profesional la formación académica) sea condición sine qua non para ser un buen curador/a. Conozco artistas que no fueron a la universidadque han curado muestras memorables. Y creo que esta condición de práctica deslimitada, le da a la curaduría profundidad y espesor (a pesar de los arribistas y de quienes pueden pensar que elegir algunas obras y colgarlas en una pared, termina siendo una curaduría). Yo sigo aprendiendo a curar una muestra cada vez que encaro un proyecto, me doy cuenta que, a pesar de la experiencia, no hay manera de aplicar un modelo o una metodología (palabrita que le encanta a la academia). Lo que sí sucede, es que con el tiempo una va adquiriendo más confianza, va armando equipo y cultivando interlocutores (colegas que aman lo que hacen tanto o más que una y con quienes podamos compartir dudas, ideas, intuiciones, sin temor a equivocarse) y entonces los modos de desplegar una curaduría van apareciendo y se van elaborando sin tantos prejuicios y sin encorsetamientos. Mi trayectoria de trabajo me llevó, incluso, a elaborar un Proyecto Curatorial, el del Parque de la Memoria, del cual me siento particularmente orgullosa. En este caso, oficio de curadora de curadores, escogiendo proyectos curatoriales para una institución, curando yo misma algunos de esos proyectos, y siempre por supuesto, realizando esas elecciones y tomando decisiones (la curaduría implica tomar decisiones todo el tiempo) en el marco de diversas realidades, políticas, económicas, personales... Siempre la realidad se termina imponiendo ante el proyecto que ideamos (el presupuesto no alcanzó, la obra que queríamos no la pudimos conseguir, etc. etc) y ahí también nos probamos como curadores, haciendo que no se noten (tanto) esas limitaciones, que en el resultado final no se adviertan como fallas o falencias sino que el proyecto respire vigoroso y diga lo que tenga que decir en voz alta y clara. Curar una muestra, en definitiva, es elaborar un relato en base a una o varias hipótesis, hacerse preguntas y no necesariamente proponerse responderlas. Escribimos con imágenes, con obras de arte, con materiales o instrumentos diversos, un relato en el espacio; construimos ese relato desde el montaje de esos materiales para intervenir, siempre creo que hay una intención de intervenir al exponer públicamente una curaduría, y esa intervención (en la historia del arte, en la política del arte, en el mercado, en la escena artística, etc) tiene su impacto (mayor o menor) y también su consecuencia. La curaduría es política, no puede no serlo.
Curadora, crítica de arte y docente de arte contemporáneo. Actualmente se desempeña como Directora General del Parque de la Memoria-Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado, habiendo sido la Curadora en Jefe desde el 2011 hasta 2023. En 2013, obtuvo la Beca Trabucco con un proyecto de investigación sobre la irrupción de la memoria política en el arte argentino durante los años noventa. En 2016 obtuvo el Premio Radio France Internationale y Radio Cultura al Fomento de las Artes por el Programa Curatorial del Parque de la Memoria. Fue curadora de “Disrupciones” en el marco de ArtBasel Cities Miami, PINTA PARC Lima, PINTA Miami y de las dos ediciones de ArteBA Focus. En 2019 fue curadora del envío argentino a la Bienal Internacional de Arte de Venecia. Es Presidenta de la Asociación Argentina de Críticos de Arte (AACA), Profesora de la Maestría de Curaduría de la Universidad de Tres de Febrero e integra el equipo curatorial de BIENALSUR desde su primera edición.